Datos biográficos
SÁNCHEZ FENOLL, Andrea (Orihuela, 12-I-1934). Sus padres tuvieron una casa de comidas en Orihuela y su madre murió muy joven. Tuvo una hermana más y un hermano que murió a los seis meses de vida. Mujer muy religiosa, a los 18 años tomó la decisión de ingresar como monja clarisa en el convento de Elche, siendo abadesa Milagros Díaz, natural de Novelda. Compartió su vocación con unas 20 monjas más, la mayoría de localidades próximas a Elche. Comenzaban con un rezo de una hora a las ocho de la mañana, desayuno, trabajos como planchar enaguas con almidón, comida a las 13.30, rezo de vísperas a las cuatro de la tarde, trabajos y rezo de la noche sobre las ocho de la tarde. Fue la monja encargada del noviciado y se ocupó de las novicias de 15 ó 16 años que entraban en el convento -tres o cuatro habitualmente-. Estuvo diez años hasta que decidió abandonar el convento. Uno de los motivos fue su disgusto por no poder abrazar a su padre cuando iba a verla mientras que otras monjas con familias más pudientes o de mayor notoriedad sí se les abría la puerta del convento para que pudieran abrazar a sus familiares. Con ocasión de una visita del obispo Pablo Barrachina, Andrea pidió al obispo abandonar el convento y el obispo le dijo que no había ningún problema y que le escribiera una carta pidiéndolo. Escribió la carta que nunca llegó al obispo y fue entonces cuando tomó la decisión de escapar, junto a una compañera, Edelmira Blasco Rico, que había sido castigada en una celda por haberle gastado una broma a una monja que estaba muy gruesa y a la que le dio una palmada en su trasero. Andrea le llevaba agua y comida por la noche a la hermana castigada mientras las demás monjas dormían. Escaparon a las doce de la noche del 16 de agosto de 1967. Aprovecharon que Andrea se había guardado la llave que conducía a la sacristía -llave que el resto de monjas buscaron durante varios días- y tuvieron además que romper un candado con un hierro. Cuando estaban a punto de escapar, Andrea, al parecer muy tranquila, se acordó que quería llevarse las sábanas que eran suyas, mientras Edelmira estaba muy nerviosa queriendo salir de allí cuanto antes. Su compañera recogió sus sábanas, salieron a la calle y se encontraron un taxi en la misma plaza que les llevó a casa de los familiares de Edelmira. Al día siguiente, acompañados por sus familiares, fueron a una parada del autobús de Elche-Alicante para comunicar al obispo la decisión que habían tomado. Mientras esperaban el autobús, se acercó en un coche el arcipreste de Santa María, Pascual Belda, quien les rogó que volvieran al convento porque el resto de monjas estaban apenadas y lloraban sin cesar. Ellas contestaron que iban a ver al obispo para que supiera lo que había ocurrido y la determinación de no volver.
Andrea recordaba el caso que le contaron de una monja de principios de siglo XX que escapó y el último caso que conoció fue el de una compañera suya, Juanita Cantó, que escapó unos años después pero utilizando la argucia de pedir permiso para comprar cualquier cosa y no volver.
Andrea volvió felizmente con su padre y comenzó a trabajar como aparadora de sandalias con una máquina que le compraron. Años después, se fue a Segovia a trabajar a una residencia de hermanos Carmelitas. En Segovia llegó a comprarse una casa y allí se jubiló. En Elche fue al Asilo pero comentó a su familia que no estaba a gusto y ahora vive con la familia de su sobrina Mari Carmen. Mantiene su fe en Dios y acordándose de las monjas "que ellas conserven su fe, que yo tengo la mía".
Entrevista de Miguel Ors Montenegro a Andrea Sánchez Fenoll el 8 de mayo de 2017. Nuestro agradecimiento a su sobrina Mari Carmen por habernos facilitado el encuentro con su tía.