Datos biográficos
ARABID CANTÓS, Manuel (Herencia, Ciudad Real, 8-IX-1908 - Elche, 15-I-1988). Diputado a Cortes Valencianas. Estudió el bachillerato en Madrid y a los quince años se instaló en Elche como cortador. Dirigente juvenil socialista en los años treinta, colaboraba en El Obrero y formaba parte del Consejo de Dirección de las Milicias Antifascistas de dicha ciudad en 1936: movilizado, fue capitán del Batallón Elche. En 1939, fue condenado a treinta años por auxilio a la rebelión, estuvo encarcelado en Alcalá y Elche, y formó parte de la dirección provincial del PSOE que se constituyó en la cárcel de Alicante en 1940. Recuperó la libertad en 1946 e instaló en Elche un taller de calzado. Tomó contacto con la organización socialista en el exilio y ya en los años sesenta, se enemistó con Vives, Signes y otros representantes de la política impulsada por Rodolfo Llopis y se alineó entre los “renovadores”: participó en 1972 en el Congreso del PSOE celebrado en Toulouse y presidió después la ejecutiva provincial de dicho partido. En 1976 pertenecía a la ejecutiva provincial y en 1977 al Comité Federal, del que dimitió en disconformidad por la forma de elección de Pérez Ferré como candidato al Senado. Fue Diputado a las Cortes Valencianas por Alicante en las listas del PSPV-PSOE en 1983. Entre 1976 y 1979 tuvo una gran participación en los enfrentamientos internos habidos en la Agrupación Socialista ilicitana, que presidía en 1977. Colaborador de El Obrero en su segunda etapa, iniciada en 1978. En 1986 presidía el Hogar del Pensionista de Elche. En 1987 fue concejal de la Tercera Edad en el Ayuntamiento de la misma ciudad. [FMS]
FUENTE: PANIAGUA, Javier y PIQUERAS, José A. Diccionario Biográfico de políticos valencianos: 1810 - 2005.
MANUEL ARABID CANTÓS
Fecha de la entrevista: 19 de abril de 1986.
Entrevista y transcripción: Miguel Ors Montenegro
"Soy natural de Herencia (Ciudad Real). Nací el 8 de septiembre de 1908 y después de aquella enfermedad de la gripe que padeció España, mis padres se trasladaron a Socuéllamos, al Círculo Liberal de aquella ciudad. Comencé mis estudios de bachiller en la Universidad de Madrid, en Cardenal Cisneros. Bajo los auspicios de mi profesor, D. Ángel González, recibí mis primeros conocimientos, hasta que en 1923 la Dictadura cerró los Círculos Liberales y me vi obligado a abandonar aquellos estudios al ser yo el mayor de seis hermanos. Tenía entonces 17 años y nos fuimos a Elda, de donde mi padre era natural. Comencé a trabajar de cortador en piel y mi padre trabajó también en el calzado. Ingresé en las Juventudes Socialistas de Elda en el año 1924. Llevaba siempre en el bolsillo El Socialista y ello me ocasionó dificultades en el trabajo. Tuve algunos altercados con la dirección de la empresa y acabaron echándome. Como era imprescindible para pasar de una empresa a otra contar con el certificado de trabajo, me vine a Elche y aproveché que no había cortadores en piel, porque aquí se cortaba la baquetilla mojándola en las fuentes y se cortaba con tijera. Aquello era una novedad y me permitió encontrar trabajo fácilmente en la empresa “Díez, Juan y Sánchez”, que estaba en el paseo de la Estación, para más tarde ingresar en la fábrica de Sansano. Nuevamente, me afilié a las Juventudes Socialistas en el año 1925 y a los pocos meses me designaron secretario de la piel o, como se llamaba entonces, constructores de calzado. Fui fundador del gremio de cortadores, como sección del sindicato que no existía y tuve distintos cargos en la Juventud –secretario, presidente...- y fui presidente del ramo de cortadores hasta 1936.
Toda esta actividad política y sindical la compartía con una gran afición al canto. Ingresé en 1925 en Popular Coro Clavé, donde también fui directivo. Como es sabido, en la dictadura de Primo de Rivera hubo una división orgánica motivada por el tema del nombramiento de Largo Caballero como consejero de Estado. Los hombres más significativos en Elche del socialismo como Antonio Cañizares o Ginés Ganga Tremiño no quisieron participar en esta situación. En Elche, como en el resto del Estado, el partido aprovechó la participación en los Comités Paritarios y en los jurados mixtos que tanta personalidad nos dieron en el aspecto orgánico y que nos permitieron resolver los problemas de la clase trabajadora. La CNT no quiso participar en los convenios ínter comarcales que nosotros hicimos, pero en cambio sí venían cuando había que hacer una demanda y nosotros la acogíamos. Intentamos crear una organización capaz y potente para cuando viniera la República tal y como se vislumbraba. Nosotros hasta 1931 habíamos participado poco en las elecciones, al elegirse los Ayuntamientos por el artículo 29. No teníamos hombres para hacer frente a las candidaturas de derechas en Elche, muy fuertes, representadas por los Ferrández, los Ripoll, los Sordos... Aun así, el crecimiento de los sindicatos fue muy fuerte, pasando de dos o tres a casi veinte y por ello necesitamos ampliar la Casa del Pueblo.
En los últimos años de la dictadura, José Vives por cuestiones de índole familiar se había separado de su mujer y hacía vida marital con otra mujer, cosa que no parecía bien en el partido y fue entonces cuando causó baja. Era un político de talla y unido con Vicente Sansano Fenoll y otros hombres con ideas un poco democráticas o liberales, crearon un periódico que, aunque de ideales socialistas, no tenía nada que ver con nuestra organización. Había corrientes afines no incluidas en el partido y ello explica que en épocas de elecciones estas personas prestaran camiones, coches y dinero a los socialistas. Estaban dentro de las mismas corrientes como luego estaría el periódico Claridad, también desde fuera.
Recién proclamada la II República vinieron a Elche en manifestación todos los campesinos, incorporándose así al nuevo régimen. Incluso al Filet de Fora se le llamó la Avenida de los Labradores. Más que socialistas eran ugetistas, cooperativistas y republicanos. Mucha gente se apuntó entonces al republicanismo, Por otra parte en Elche la personalidad de don Julio María López Orozco jugaba tanto en la política que hay que reconocer que el Partido Republicano Radical Socialista dio mucha fuerza a aquel movimiento. De ahí que el primer alcalde de la República en Elche fuera republicano.
La UGT y el PSOE era las mismas personas en la II República. Pedro Sánchez Barberá, conocido como “Perefesé” por haber sido también presidente del Elche C.F., fue el primer presidente de la Federación de Sociedades Obreras a nivel local, por ser tantas las organizaciones surgidas. También pertenecía al partido Juan Pomares, presidente tanto del PSOE como de la UGT. Los mismos dirigentes del partido lo eran también del sindicato, no es como ahora que se ha especificado mucho la cuestión sindical. Entonces todo el mundo lo sabía. Influyó mucho en este sentido el Círculo Obrero Ilicitano, que era una organización de socorros mutuos que al no haber Seguridad Social cubría tal ausencia y servía, en caso de enfermedad, a los obreros afiliados por una cuota de 15 céntimos en tiempos de la dictadura. El Círculo tenía miles de obreros que votaban al PSOE.
Yo tenía como afiliado al partido el número 137 y calculo que a 200 afiliados no llegábamos en la II República. Pero sí, en cambio, había una madurez política como consecuencia de las distintas campañas. Los dirigentes procedían todos de la clase obrera aunque había algunos que eran maestros como Serrano Campello o administrativos como Juan Hernández Rizo o José Bonus. Si tenían estudios es por el esfuerzo personal porque procedían todos de familias obreras. Daban clases particulares lo que permitió al PSOE extender su ámbito de influencia, aunque no en el campo, donde salvo pequeños núcleos eran o bien de derechas o bien republicanos. Republicanos en un principio y después de derechas o de derechas y Agrarios, dentro de aquel partido fundado por Martínez de Velasco.
La huelga de octubre de 1934 fue un compromiso político. Quién convocó la huelga fue la UGT y el PSOE se solidarizó. Fue en Oviedo donde se organizó como contraposición al triunfo de las derechas y de Lerroux. Fue una respuesta a una derecha que se había hecho republicana, al igual que muchos republicanos tampoco lo eran, entre ellos el propio presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. En la huelga se expuso muchísimo y aquí en Elche tuvo repercusiones importantísimas. Se hicieron redadas fabulosas entre la gente de izquierdas que fue llevada a la iglesia de las Clarisas y se obtuvieron declaraciones a base de palos, palizas enormes que servirían como motivo de rencores y que quizá llevarían más tarde, el 20 de febrero de 1936, a la quema de aquel convento, que luego otras fuerzas políticas utilizaron para quemar otros edificios religiosos. Todo vino del movimiento de Octubre. Por otra parte, se paralizaron las fábricas y los socialistas celebrábamos los mítines en el campo y de noche, burlando la vigilancia de las autoridades. Vino a Elche un delegado gubernativo y las fuerzas de orden público quedaron al servicio de la derecha triunfante –que había formado Ayuntamiento por el artículo 29 sin elecciones municipales-. Así que el PSOE trabajó clandestinamente, ayudando a las personas que habían sido encarceladas o apaleadas, en muchos casos encerradas hasta febrero de 1936. Precisamente cuando salieron y regresaron en camiones desde Alicante, en la Plaza Mayor ocurrieron hechos importantes. Desde la casa de los Paluts se tiraron unos petardos hacia el retén de la policía. La Plaza estaba entonces repleta de gente que esperaba a los presos y tanto por el puente como por la calle del Carmen todos se fueron como locos, quedando la plaza vacía.
Además, aquella victoria de la Derecha estuvo precedida por un incidente surgido a través del periódico que en Elche defendía a la Derecha. Se publicó un célebre verso en torno al alcalde socialista (“el alcalde sosialista que té la cara de frare i diuen que ha perdut la vista de tant buscar la llista buscant el nom del seu pare”). Resulta que el padre era un Ripoll. En el semanario socialista El Obrero había entonces un director, Pepe Serrano, que fue buscando los secretos familiares de los dirigentes de la Derecha, intentado que fueran las cosas que más pudieran molestarles, como el que había estafado al suegro, el que había se había lucrado de cualquier manera. En fin, inmoralidades que cada semana salían en El Obrero y la gente temblaba pensando en lo que iba a publicarse la siguiente semana. Como consecuencia de todo ello, la gente se iba separando y se notaba en festividades como La Mona, cosa desconocida en la ciudad porque nunca se había distinguido la filiación política en las masas corales o en las tunas estudiantinas que recogían dinero para enfermos o parados. La gente se fue separando e incluso se declaró el boicot a algunos comercios, tanto desde la izquierda como desde la derecha. En la plaza de abastos sucedía lo mismo. También hay que recordar que después del 20 de febrero de 1936, la gente más significada de la ciudad comenzó a marcharse. Hubo incluso un conflicto en el Misteri al que se trató de eliminar su significación religiosa y se pensó en representarlo en la plaza de toros, lo que no tuvo éxito porque cada cosa es para lo suyo. Gente que venía de Orihuela a vender una mercancía porque allí no la podía vender, hablaban con el cura y éste desde el púlpito hacía que la gente una vez acabada la misa fueran a comprarles. Otras veces se volcaban los puestos y por la Corredera corrían tanto las aceitunas como el agua. En abril de 1934 en la Semana Santa no se encontró gente para que llevaran los pasos y a los pobres que vivían en el Cuartel se les dio 15 ó 20 pesetas para llevarlos. Cuando se hizo la Trencà del Guió en la Plaza Mayor alguien tiró un petardo y la gente salió corriendo y dejó los pasos en el suelo, donde estuvieron media hora, hasta que todo se arregló.
En 1936 cuando se formó el Frente Popular, todas las organizaciones políticas y sindicales de izquierda participaron en él. Ya en la guerra, el Quinto Regimiento fue el centro de reclutamiento de los comunistas o simpatizantes y la UGT y la CNT mantuvieron buenas relaciones (hay que recordar la presencia en el gobierno de Federica Montseny). En Elche sucedieron acontecimientos graves al principio de la guerra, cuando confederales asaltaron el comercio y el alcalde socialista Manuel Rodríguez tuvo que hablar por la radio. Cerró el comercio, vino la Guardia de Asalto y hubo enfrentamientos por las metralletas que traían. Quisieron tomar el pueblo. Llegó a creerse que la CNT y la FAI iban a tener una participación política. De cualquier manera siempre fue mejor la relación entre CNT y UGT-PSOE que con los comunistas, por la competencia ideológica que suponía participar ambos del marxismo. En la guerra hubo un crecimiento mayor en el Partido Comunista. Tanto Socorro Rojo Internacional, como Mujeres Antifascistas y las Juventudes Socialistas Unificadas propiciaron dicho crecimiento. Elche se mantuvo socialista, pero gente que no había participado nunca en política se apuntó al PCE. Hubo mítines semanales de la CNT, sobre todo de gente de Elda y Alcoy, gente muy culta y muy preparada. En general eran más intelectuales que los del PCE. Pero a pesar de esa mayor profundidad ideológica de los anarquistas, el Partido Comunista consiguió más hombres aquí en Elche. Sindicalmente, el PCE no tenía organización sindical propia por lo que los comunistas militaron también en la UGT.
Me casé en el año 1932 y mi mujer murió de parto en julio de 1933 junto con el niño que no llegó a salvarse. Me volví a casar el 23 de julio de 1936. Aunque intenté realizar mi viaje de novios, no fue posible debido a que toda España estaba ya movilizada.
Las milicias en Elche se crearon como consecuencia de un mandato socialista: una “policía cívica” que recogía armas que tenía la gente de derechas, que controlaba las carreteras y los puestos de vigilancia. Así empezó el Consejo Local de Milicias con un miembro por cada una de las fuerzas del Frente Popular. El presidente era yo. Se formó cinco días después de iniciada la guerra. Las armas –más de un centenar- se fueron dejando en el Ayuntamiento y éste fue el armazón que por la guerra el Ayuntamiento consideró que debía crearse. Ni la Guardia de Asalto ni la Guardia Civil nos merecían confianza aunque luego se incorporaron. Este Consejo de Milicias instruyó militarmente a todos sus miembros. Su cuartel general estaba en lo que hoy es la Mutua Ilicitana. Unos 700 u 800 hombres y unas pocas mujeres como Rita García en alimentación. Nos dedicábamos todas las tardes a ir a un campo de fútbol donde se formaban secciones, compañías y se hacían ejercicios de tipo militar. Marcar el paso, ordenanzas... Yo había sido cabo primero y tenía algunas nociones. Armando, que trabajaba en el juzgado, hacía de jefe militar. Cuando Manuel Rodríguez Martínez se fue de gobernador civil a Castellón, el alcalde Juan Hernández Rizo dijo que toda aquella gente no hacía falta y que donde debía estar era en los frentes. Automáticamente lo que eran milicias se convirtieron en unidad militar. Hernández Rizo ofreció a Madrid este batallón y de allí vinieron unos oficiales –una sección del batallón de Emilio Carpintero- para instruirnos. A últimos de septiembre salimos en torno a un millar y estuvimos tres días en Villena. Como íbamos al frente de Talavera, fuimos a Albacete donde el comandante Arellano –un jefe militar de confianza. Murió en un bombardeo en la Estación del Norte de Madrid - se encargó de adecuar militarmente los mandos mediante votación o por designación en función de los conocimientos militares que se tuvieran.
En Albacete tuvimos como cuartel general el instituto. Hicimos ejercicios de tiro, instrucción y desfiles por las calles. Los mandos fueron designados por el comandante Arellano y el resto –capitanes, tenientes, cabos...- fueron elegidos por sus bases. Allí estuvimos 20 días. Se fueron incorporando milicias que, al enterarse que se estaba formando el batallón, vinieron desde Somosierra. La militancia no tuvo que ver con la designación de los mandos. El comandante del batallón era el teniente de caballería Villaverde. Como capitanes, yo de la primera, Ginés Cañabate de la segunda, Manuel Navarro Yago de la tercera y Rogelio Amat de la cuarta. Había una sección de sanidad mandada por un practicante y Antonio Asencio Lozano fue el comisario político. En Madrid fue cuando se nombraron los comisarios de cada compañía y los sargentos.
El 15 de octubre de 1936, estando en Albacete, recibimos la orden desde Madrid de incorporarnos inmediatamente. Nos mandaron al cuartel general de milicias que estaba en la estación de Atocha y a las dos horas nos trasladaron al puente de Toledo para ponernos a las órdenes del teniente coronel –o coronel- Mena, jefe del sector. De madrugada nos incorporamos al frente. La comandancia del batallón quedó en la pradera de San Isidro. No se nos dio armas y al día siguiente, cuando algunas milicias habían conseguido retener al enemigo, se nos dio comida y botellas de coñac. La gente nos pedía armas y fuimos –Antonio Asencio y yo- a ver a Mena. Nos dijo que no tenía y que debíamos recoger las armas de los heridos y de los muertos. Luego fuimos a ver al coronel Ardiz, jefe del sector del centro, cuyo cuartel general estaba en el Palacio Real. Este nos dijo que tampoco tenía armas y que fuéramos a la Comandancia General de Artillería y Armamentos que estaba en Pacífico, para ver si el comandante Moreno podía facilitarnos algunas armas. Cuando llegamos allí, las armas se las habían llevado las milicias del Quinto Regimiento. Sólo había mosquetones y fusiles defectuosos. Con este panorama conseguimos aguantar al final de la calle de Toledo, en una glorieta donde estaba el cine Pablo Iglesias, al final de la calle general Ricardos. Tuvimos innumerables bajas y los heridos quedaron instalados en la calle de Toledo. Hubo mucha gente que vino huyendo de Talavera y ya pudimos coger fusiles. Nos encontrábamos al enemigo casa por casa... Como teníamos gente que había estado presa, hubo una llamada de atención diciendo que no intentaran pasarse al enemigo. Se pasaron 3 ó 4 y dieron las coordenadas de nuestras líneas. Hubo combates con mortero y explotó un fortín con armas y murieron tres soldados. Hubo una represión, aunque el mando trató de impedirlo. Fueron 17 los cadáveres que vinieron desde Madrid.
Allí estuve hasta que en el mes de diciembre un bombardeo hizo que me cayera a poca distancia una bomba que me produjo una lesión pulmonar, por lo que volví a Elche para regresar al frente en febrero. Todo eran milicias y el gobierno presidido por Largo Caballero consideró conveniente reestructurar el ejército en unidades militares. Mi unidad fue la primera que se presentó en el Ministerio de la Guerra al general Miaja y al coronel Rojo, convirtiéndose en la 42 Brigada Mixta. Allí estuve hasta la batalla de los italianos en Guadalajara donde fui designado por el Estado Mayor para reorganizar las fuerzas y me convertí en jefe administrativo de la 11 División con zonas de explotación de recursos propios y zonas de recursos por compra. Comprábamos a los campesinos todo el sobrante más lo que se producía en una zona de 300.000 hectáreas, casi media provincia de Guadalajara. Allí con dos batallones de reserva abastecíamos al Ejército del Centro y a la población civil.
Cuando se produjo la sublevación del Partido Comunista, pasé a sustituir al jefe administrativo del Cuarto Cuerpo de Ejército que mandaba Cipriano Mera. Éste pasó al Ejército del Centro y entonces Liberino Fernández, un antiguo presidente del sindicato de la construcción que me conocía, me llevó con él de jefe administrativo y allí me sorprendió el final de la guerra. Cuando el gobierno de Franco ordenó que los militares nos presentáramos, yo lo hice en el campo de concentración del Estadio Metropolitano, donde estuve unos 10 ó 12 días hasta que nos clasificaron y, en mi caso, me llevaron a Guadalajara. Al ser clasificados como militares estuvimos nueve meses incomunicados sin poder escribir a la familia. Las tropas nacionales intentaron asaltar la prisión pero el jefe de la prisión lo impidió. Me juzgaron en Madrid porque yo pensé que en Elche, por lo que había ocurrido, sería peor. Así que di un domicilio en Madrid y me presenté como madrileño. Fui condenado a 12 años y un día porque un amigo de Madrid dio buenos informes sobre mí, aunque me preguntaron a cuantos había matado para llegar a capitán. A los nueve meses fue a verme mi mujer. Me trajo ropa, una colchoneta y un saco de alimentos. Había perdido muchos kilos por las sopas de caldo.
Los jefes de Falange en Elche fueron a por un compañero, Feliciano Rodríguez, oficial de guerra al que se le acusaba de cosas feas. Y me encontraron a mí. No pudieron traerme al haber sido juzgado y fue la guardia civil la que lo hizo. Vine, esposado, con José Vives Vives, hijo del fundador del partido en Elche. Estuve en el Palacio de Altamira que estaba lleno de presos y me colocaron en las carboneras de un empujón. “Ya teníamos ganas de cogerte”, me dijeron. Estuve 15 días sin ver la luz, a pan y agua. Me llevaron a la torre con “los peligrosos”. Esto sería en la navidad de 1939. De Palacio me mandaron a la cárcel número dos, en Candalix, hasta que me llevaron a Alicante para ser nuevamente juzgado y condenado a la pena de muerte, conmutada a los 12 días por la de 30 años y un día de reclusión mayor. Permanecí en el Reformatorio de Adultos de Alicante hasta el 1 de julio de 1946.
Inmediatamente que salí fui nombrado secretario general del partido a nivel nacional. No había organización alguna y los detenidos, algunos del puerto, otros del campo de los Almendros y de provincias cercanas a Alicante realizaron tal nombramiento. Organicé clandestinamente la ayuda a los más necesitados en la prisión y de acuerdo con un número de presos que estaban en las oficinas pude aprovechar las distintas expediciones para mandar delegados a otras provincias y establecer contactos con todas las cárceles de España. El objetivo era mandar a los presos a sus respectivos lugares para que pudieran ser atendidos por sus familias. Todo ello hasta que me revisaron la sentencia en el año 1945, al haber desempeñado en la cárcel el cargo de jefe de peluquería que me valió cuatro días por cada uno, por lo que después de siete años y medio de prisión pude cumplir la condena y salir en libertad.
En Elche estaba mal visto entonces y tuve que volverme a Herencia para montar una tiendecita de calzado que me dio para vivir. Alternaba mi trabajo clandestino, inclusive desde el año 1956 en el que fui nombrado miembro del Comité Nacional del PSOE a nivel interior porque la ejecutiva exterior estaba en Toulouse. Asistí entonces representando a la provincia de Alicante tanto por el Comité Nacional del PSOE como por la UGT. Estuve detenido en varias ocasiones por distintos motivos de propaganda o por registros domiciliarios hasta la venida de la libertad. He presidido congresos y comités nacionales en el extranjero y en la época del Cambio era muy conocido por haber presentado por primera vez la candidatura de Felipe González como Secretario General del PSOE. En Elche fui nombrado presidente del partido hasta el año 1978 tan pronto comenzamos a trabajar en la legalidad y después he trabajado también en otras actividades como presidente de Hogar del Pensionista, la Federación de Jubilados a nivel estatal, miembro del Comité Interconfederal y, últimamente, miembro del Comité Nacional del PSOE-PV y presidente de la Mesa de Honor de las Cortes Constituyentes valencianas y propuesto para las próximas elecciones".