Bernabéu Moya, Rafael

Datos biográficos
Fecha de nacimiento
10 de noviembre de 1930
Lugar de nacimiento
Elche
Profesión
Empresario

Entrevista de Miguel Ors Montenegro (20 de enero, 17 de febrero y 3 de marzo de 2011)

RAFAEL BERNABEU MOYA (Elche, 1930)

Mis abuelos

Nací en Elche, en el barrio del Raval el 10 de noviembre de 1930. Mi abuelo, Rafael Bernabéu Ferrández fue el primer empresario de la familia. En el año 1923 fundó una fábrica de alpargatas en la calle Olivereta, junto a mi abuela, Manuela Maciá Urbán. Comenzaron los dos comprando la cuerda para las suelas y las bandas de lona para hacer lo que se llama el corte y que entonces se conocía como “pelotari”. El sistema de fabricación era dar a una cuadrilla los fardos de cuerda con las unidades que tenían que salir y los costureros en sus bancos hacían las suelas. A las mujeres se les daban los rollos de las bandas de lona, para cortarlas y unir la parte del talón con la careta. Los costureros les daban a las mujeres las suelas  y las mujeres  unían las suelas con la lona, lo que se conocía como el bordo, la unión de la suela con el corte, cosido a mano, borde o cadeneta, porque había dos formas de coser. Lo que hoy llamamos logística. El borde se hacía por dentro y la cadeneta servía como adorno. Todavía se hace. Era muy fácil y la gente era muy inteligente para fabricar.  Pero aquello no llegaba a fábrica, era más bien una “fabriqueta”, con un matrimonio que había conseguido independizarse. Tuvieron cuatro hijos.  Mi abuelo materno, Mariano Moya López, tuvo un horno en el Raval, conocido como el horno del Tío Mariano, luego fue el del Tío Filomeno el de la coca. Recuerdo que tenía un carruaje para repartir el pan.

Mi padre

Mi padre, Ambrosio Bernabéu Maciá nació en 1904. Su padre murió en 1935 y la viuda y los hijos siguieron con el negocio. La empresa se llamó primero Rafael Bernabéu Ferrández, luego Viuda de Rafael Bernabéu Ferrández y, por último, Sucesores de Rafael Bernabéu…  En 1935 la fábrica la llevaron los hijos, la guerra interrumpió la producción. Mi padre fue teniente en 1937, llegó a ser nombrado capitán en enero de 1939 en el ejército republicano y formó parte del Batallón Elche. Acabó la guerra herido y estuvo 18 meses en la cárcel del Palacio de Altamira. Gracias que fue juzgado en Alicante y que un hermano de mi padre se había pasado al bando vencedor y eso le sirvió a mi padre. Le pidieron pena de muerte  y se quedó en seis años. Por buen comportamiento salió en diciembre de 1940 y gracias a don Julio María López Orozco la herida sanó porque pudo quedarse mal del brazo. Don Julio le hizo ser aguador en la cárcel para tener que hacer fuerza con el brazo y así reponerse. Recuerdo que el director de la cárcel, D. Germán, vivía en lo que hoy es la casa de La Festa. La experiencia de la guerra para mi padre significó el apartarse de la política y apartarme de paso a mí. Me dijo “si quieres ser empresario, no te metas en política”. A mí me han buscado, porque he sido socio de Vicente Quiles unos 40 años y me quiso apuntar.  En ocasiones llegué a facilitarle amigos para que estuvieran con él: Ramón Segarra, Rafael Aledo o Carlos Ros.

Fue en 1945 cuando mi padre se hizo cargo de la empresa del abuelo. Allí estaba un sobrino, hijo de la hermana de mi madre, Marcos Sempere Bernabéu –cantor del Misteri-, porque su padre había muerto. La empresa creció y desde el año 1923 pasó por tres emplazamientos: calle Olivereta, Teniente Ruiz y Salazar Alonso. Siempre alpargatas, con trabajo a domicilio hasta que en 1948 se convierte en fábrica en un solar de 350 metros cuadrados, en Mariano Benlliure, esquina con Torres Quevedo, frente a la fábrica de Bonastre, cerca del Cementerio. Allí había ya 30 ó 40 trabajadores, dos naves, metalurgia, máquinas…

Mi primera escuela y la guerra

Yo comencé a trabajar a los 12 años. Mi madre era modista y mi padre trabajaba y fui a la Escola dels Conillets. Sería el año 1933.Recuerdo que iba con las dos manos ocupadas, con una sillita y con un orinal. No había retretes ni servicios. De ahí pasé a doña Clara, donde hoy está el Museo. Eso fue cuando tuve cuatro años y en 1935 mis padres me llevaron con don Crispín.  Don Crispín hacía el mismo recorrido todos los días: por la calles Mocho, Ángel y Solares. Tenía la escuela en la calle Polit, junto al Salvador. Un hombre muy formal, con bigote, muy bien puesto.

Recuerdo en 1934 la muerte de Soriano por un tiro de la Guardia de Asalto.  Del 20 de febrero de 1936 recuerdo desde el horno de mi abuelo en el Raval como se veían las llamas de la iglesia de San Juan. Yo diría que primero fue San Juan, luego El Salvador, las Clarisas y Santa María. De la guerra recuerdo que me cogió con Jaurés, el sobrino de Frasquita. Jaurés era hijo de Ambrosio Vázquez. Mi padre se incorporó al frente en 1936 y en 1937 después de un permiso, mi madre decidió irse a vivir a Madrid, para estar junto a mi padre. Allí estuvimos hasta 1938 cuando lo hirieron y nos volvimos. En Madrid estuve en una escuela y recuerdo en alguna ocasión ir corriendo a por bocadillos con chocolate que tiraban los aviones de los nacionales. Huir de los obuses de los bombardeos, con calles atrincheradas. Estaba con mi madre –una mujer muy emprendedora y activa- solo porque mi hermano Mariano no nació hasta 1941, once años después que yo por lo que ha sido más mi hijo que mi hermano y me ha acompañado siempre.

Cuando volvimos ya no estuve con don Crispín. Fui a la escuela de San Juan. En la planta baja estaban las chicas y en la planta alta los chicos. Esto fue después de la guerra porque antes sí estábamos todos juntos, chicos y chicas. Seleccionaron tres de aquellos  niños y uno de ellos fui yo y nos llevaron a las Graduadas. Entré en la sexta con don Álvaro y luego con don Ildefonso Mozas, el de la imprenta. Allí estuve hasta julio de 1943. Un par de años. A partir de ahí comienza mi vida laboral.

Mi primer trabajo: dependiente en una ferretería por cien pesetas al mes

Fui dependiente en la calle Salvador de la ferretería de Gaspar Parreño Quirant, al lado de la droguería Seguí y Martín Brotons. Me pagaron el primer mes cien pesetas en papel y yo más contento que unas pascuas. Se las di a mi abuela y no a mi madre porque era mi abuela quien me daba cinco céntimos para que me comprara cualquier chuchería. Luego terminé en ese sitio ganando 200 ó 250 pesetas, pero trabajando de lunes a sábado incluido. Me permitió conocer todo la maquinaría del sector industrial de Elche, porque allí teníamos la distribución de las botellas de oxígeno. Se vendía con vales y los sábados había que ir a cobrar, lo que me permitió conocer a mucha gente y muchas empresas. Aprendía la diferencia entre grandes  empresarios y pequeños o macuteros.

En la Cooperativa de San Isidro y mis aficiones juveniles

El segundo trabajo fue en la Cooperativa de San Isidro, donde está  la Hermandad de Labradores. El gerente de la cooperativa fue Francisco Oliver Quirant. Recorrí todo el campo de Elche en bicicleta. La cooperativa tenía un tractor, cosechadoras, abonos, semilla, pero lo fundamental era la venta de agua, del tercer canal, el cuarto, el quinto y la sexta, del Llano de San José hasta Altabix. Un turno eran tres horas de agua, los nocturnos eran más baratos. Varios se unían para hacer el turno. La venta se hacía en Puente Ortices.  La Cooperativa de San Isidro tenía también un puesto en la Lonja. Lo llevaba un tal Antonio. Allí estaban los López, los Piñol…  Estaba también la Cooperativa del Campo de Elche, la de Las Bayas. Algunas se fusionaron. Tanto Francisco Oliver como Carlos Antón fueron las dos personas más importantes de la agricultura. Los dos fueron concejales y uno de ellos procurador de Cortes. Conocían muy bien el campo. En el verano siempre hubo escasez de agua, pero en el Hondo se hizo una obra de envergadura, 50 metros bajo tierra para elevar las aguas… Allí fui auxiliar, había hecho estudios en la academia de Juan Bautista Castaño Ferrández, al lado del Nuevos Riegos El Progreso. Allí estudiábamos de siete a diez de la noche y de ocho a nueve de la mañana. Aprendí cultura general. Juan Bautista Castaño se hizo profesor mercantil  después de haber trabajado como zapatero y fue muy amigo de mi padre. Me dijo que estudiara contabilidad y aprendiera a escribir a máquina.

El trabajo en la Cooperativa de San Isidro comenzaba para mí a las siete de la mañana en La Lonja. A las nueve es cuando comenzaba la venta de agua. Y por la mañana y por la tarde con la bicicleta a cobrar recibos. Allí tenía ya 15 años y cobraba 500 pesetas al mes.  Fui separando etapas y no quise quedarme ahí.  Quise estudiar la carrera de comercio porque entonces las oficinas de empleo eran las academias sobre todo en el tema de oficinas. 

Había dos diversiones para mí. Una era el fútbol. Jugué en un equipo que se llamaba Levante, los domingos por la mañana. Y el sábado por la tarde en la calle Ancha había unos billares, Acción Católica, dar vueltas a la Glorieta. Los mayores iban a la Corredera (los de veinte años).  Se respetaban los lugares. Las mujeres y los hombres iban en sentido contrario para poderse ver las caras. Respecto a la radio era un lujo tener un aparato en casa. Nosotros lo tuvimos y estábamos en un nivel medio. Recuerdo que venían las vecinas a escuchar las novelas. En casa los juegos eran el parchís, la oca y las damas. El ajedrez no.  Jugábamos al fútbol con pelotas de trapo porque no había otra cosa. También a la Pareteta, contra la pared, al Borreguet… Los chiquillos estábamos organizados por bandas, cada una con un líder. Estaban los Planeros y los de la Vila.  La guerra que vino parece como si se estuviera fabricando.  Jugábamos también al guá a les llandetes.

En “La Borrera”

Pasé entonces a la empresa Hijos de Mariano Sánchez Rojas, “La Borrera”, frente al Instituto Sixto Marco, en la esquina.  Sánchez Rojas se casó con Ángeles Lagier. Allí entré en la oficina, con 17 años, en el año 1946. Ya no tengo que madrugar, ni bicicleta. Ya tenía un oficio desde las nueve de la mañana hasta la una y desde las tres hasta las siete de la tarde. Incluidos los sábados. Excepcionalmente los domingos si había algún trabajo.

La empresa de Sánchez Rojas tendría unos cien trabajadores. Compraba todos los retales de los paños de las industrias de alpargatas. Esa era la materia prima. Se trituraba con máquinas que llevaban unos pinchos que se llamaban diablos. Se quedaba como una borra y de ahí el nombre de la fábrica La Borrera. La materia más blanda se hilaba con unas máquinas llamadas mecheras. El hilo grueso se vendía a Crevillente para hacer alfombra y el fino  se utilizaba para lonas que se llamaban lonas regeneradas. No era poco ingenio.  Se compraba de donde fuera, ropa militar o lo que fuera. FACASA compraba caucho pero el material habitual era el caucho regenerado. Suelas que se volvían a triturar. En los años cuarenta no había nada y se aprovechaba todo.

Los grandes eran Ripoll, los Serrano, los Díez hermanos conocidos como los Matoleta, los Escoba, estos eran los grandes, pequeños había muchos. Ripoll era una empresa líder y modélica porque cubrían todo el proceso. Tenían hilados, tejidos, alpargatas, pisos de goma, regenerado que se llamaba entonces. Tenían hasta peluquería  e imprenta. Don Vicente Serrano estaba en la Puerta de Orihuela en lo que ahora es el Casino. Los Matoleta estaban frente al llamado Horno de la Pava, cerca de El Salvador.  Estaban también Los Casaquetes, tres hermanos, Serrano de apellido. Con cien o más trabajadores todas ellas. Estaba también la Viuda de Maciá, El Sord. Los Cachufes, El Pato de Valero, Ferrández y García, conocidos como Los Caprotjos.  Cuando acabó la guerra, la fábrica de guerra que había en el Raval fue ocupada por los Ferrández y los Serrano.

Sobre el estraperlo, recuerdo una anécdota. Me tuve que examinar en Alicante en la Escuela de Comercio. El tren del estraperlo era el Granadino. Como tenía el examen a las ocho de la mañana, me quedé en una fonda. En el tren vi a una señora muy cargada y le ayudé. Yo llevaba unos libros cogidos con una cuerda y la señora me dijo que llevaba cosas de estraperlo para sobrevivir. Me dio las gracias por ayudarme. Pero lo del tren era conocido porque se tiraban los bultos antes de llegar a la estación. En el caso de la industria había curtidos y cauchos que al ser importados estaban sometidos a precios de cupo, más baratos que a precios de mercado. Había empresas que vivían del cupo y vendían hasta sus derechos adquiridos. Pero el ingenio de Elche nos ha hecho ponernos por delante de Elda.

Hubo empresarios ilicitanos que fueron inteligentes para sortear las dificultades y pusieron almacenes en diferentes ciudades.  Los Serrano en Málaga, Los Matoleta en Sevilla, los Valero en  Jerez, los Sempere en Barcelona,  Paco Orts en Madrid. Los Bonastre hacían el calzado más popular, más barato, de plástico, el que más producía en Elche, unos ocho o diez mil pares todos los días. Los hijos aún siguen. Ahora están en la fábrica que fue de Ferrández y Compañía. Los Ferrández fueron muy importantes y se establecieron en Murcia con Diego y con Rafael el que vivió en la calle Hospital. La fábrica estaba en el palacio de Altamira. Otros muy importantes fueron Miralles Yuste que hacían planchas para plantillas y Manuel Jiménez Torres, fábrica de alpargatas.

Mis comienzos como empresario

En 1953 terminé los estudios de comercio y ya había conocido tanto la agricultura como la industria y el comercio. Hice entonces una reflexión y pensé en la fábrica es de mi padre. Había entonces demanda de zapatillas más que de alpargatas. Es lo que se llamó el “metis”, de piel muy fina de cuero de oveja o de cabra. Pensamos en reestructurar y le dije a mi padre que me veía preparado para comenzar una etapa nueva.  Llegamos a un entendimiento e hicimos una separación. Mi padre se quedó una tercera parte del negocio y dos hermanos de mi padre las otras dos partes. Las negociaciones no fueron fáciles porque los relevos familiares son complicados. Siempre he puesto dos cosas encima de la mesa: la voluntad y la generosidad.  Me parecen dos fundamentos básicos.  Iniciamos un proyecto innovador. Fue en febrero de 1954 y coincidió con una enorme nevada. Cuando fuimos al banco, estaba todo nevado. Un espectáculo. Pedimos el dinero prestado y yo tenía entonces 23 años cumplidos y la biblioteca de Deusto que me había leído entera. En aquellos momentos los bancos tenían el dinero en los estancos, el lugar donde vendían las letras. Dinero teníamos el que habíamos cobrado el último mes. Una hipoteca  de ochenta, de cinco años, un local y para de contar. Pero con mucha ilusión. Pensé en lo que podía pasar en tres meses, en seis y en un año. Primero fui a los proveedores que te dan crédito a 60 días. Lo que se hacía entoces es ocho días vista, giro a 30 días, 45 ó 60. De pasivo teníamos 25.000 pesetas y nada más. Pensé que necesitaba un crédito de circulante de 25.000 pesetas para el muestrario y salir de viaje y otras 50.000 pesetas de riesgo comercial, como se llamaba entonces.  Fui a hablar con don Ángel Gisbert, director del Banco de Bilbao un personaje que luego se fue a Alicante. En Banesto estaba don Rafael March que vivía en Alicante, el único de los directores que no vivía en Elche. Don Rafael me dijo que lo iba a estudiar y que volviera al día siguiente.  Y efectivamente, me dijo que mi padre y yo nos hiciéramos un seguro de vida, de 50.000 pesetas para cada uno de los dos, por diez años. Y si todo iba bien, lo tendríamos como ahorro.  Nos pidió que abriéramos también una tarjeta de ahorro con el cinco por cien de las remesas, hasta conseguir la solvencia adecuada (ahora pasa lo mismo en los bancos, no quieren ladrillo, quieren dinero). Así que comenzamos con un préstamo circulante de 25.000 y de 50.000 de riesgo comercial con Banesto y otras 25.000 pesetas del Banco de Bilbao en letras de descuento comercial. Los banqueros eran muy listos entonces. La empresa se llamó Ambrosio Bernabeu Maciá.

En 1959 a través de Vicente Valls entré en el consejo de la Mutua Ilicitana. Allí estaban entonces don José Ferrández, don Ricardo Parreño, don José Soriano, don Miguel Sánchez Ferrández  -un personaje en Elche-, don Vicente Quiles…  La Mutua pasó de ser una entidad privada a ser una sociedad colaboradora de la Seguridad Social desde 1966.

Mi mujer, Paquita

Paquita entró en mi vida y es la única mujer que yo he conocido. La conocí en la Glorieta, dando vueltas. Era vecina en la calle La Torre y tuvimos diez años de noviazgo. Entonces no eran muchos años. Había que ahorrar para casarse y sin embargo ahora se casan para pagar. En aquellos años el hombre aspiraba a que su mujer no trabajara y se dedicara a cuidar a los hijos. Mi boda fue el 1 de diciembre de 1957 en San José. Nos casó el párroco don Juan Galiana. Nos fuimos en el coche de línea, El Chaco, que salía de Alicante a las dos y media y llegaba a las nueve y media. Siete horas. Paraba en Elda, en Villena… por la carretera nacional. Estuvimos una semana.  Volvimos en tren.

La empresa Ambrosio Bernabéu Maciá

En 1954 me convertí en empresario de la firma Ambrosio Bernabéu Maciá. Ubicada en Mariano Benlliure. Al principio sin obreros. Mi padre, mi madre y yo y con ayudas de conocidos. Fabricamos alpargatas. Compramos la primera máquina para hacer zapatillas, una máquina llamada Escarpín, fabricada por la IMU de Elche y por una fábrica de Crevillente llamada Puig. Fabricábamos por docenas, por sacos. Un saco tenía doce docenas. Unas cien docenas fue el primer pedido de Málaga.  Comenzamos a contratar, 3, 5, 10… En 1956 compramos la sociedad de los sucesores, la de mis tíos. Entonces ya fue una empresa con 30 trabajadores y un local de 300 metros cuadrados. Una fabriqueta. Había tres niveles: fabriquetas, fábricas e industrias. Fue una época de expansión entre 1957 y 1963 y luego entramos ya en el tiempo del vulcanizado.

UNIFASA

A partir de 1956 fue cuando se inició el vulcanizado.  Fundamos una empresa cuyo presidente fue Francisco Climent, conocido por El Trinca en el Pla. Fuimos varios fabricantes de vulcanizado:  Orts y Valero, Esquitino.  La empresa se llamó UNIFASA (Unión de fabricantes de zapatillas). Al menos 30 ó 40 empresas. Fue revolucionario por habernos unido: hacíamos la goma y los pisos para todos. UNIFASA duró hasta hace cinco años (2007). Estuvo en la antigua fábricas del Piñol.  Estábamos hablando en 1963 de producciones diarias de 1.000 a 1.500 unidades, porque ya no se contaba por docenas. Seguimos la estructura tradicional que era la venta a almacenes, a distribuidores. Comenzamos a crear nuestras propias redes de venta a los puntos directos. Los que no lo hicieron se quedaron sin mercado.

En la década de los sesenta se produjo la gran modernización de España por el Plan de Estabilización de los llamados Lópeces. Nos convertimos en un mercado de compradores. Me atrevería a decir que fuimos los chinos de América y del mundo, al menos hasta la crisis de 1973. No había más que para producir. ¡Qué tiempos! Con jornadas de trabajo que incluían el domingo hasta mediodía.  Elche evolucionó y abandonó la alpargata salvo como artesanía. La alpargata se limitó a Alhama, Lorca y Arnedo, en La Rioja y en Murcia. En Elche pasamos al calzado mixto,  medio artesanal y medio industrial. Almansa hacía un zapato más artesanal y de calidad. Aquí utilizamos máquinas nuevas. Hubo trabajo para todos. El barrio de San Antón lo promocionó Cruces (Pepe García) y reclutó a gente ofreciendo casa y trabajo.  En los sesenta aparecieron las nuevas tecnologías como la inyección. Con la misma gente podías fabricar el doble. En 1972 comenzamos con el calzado deportivo.

Coincidimos en aquella época dos generaciones de empresarios.  En la década de los setenta nacieron dos grupos de empresas importantes: DONVAL creada por Diego García y luego por Joaquín Pérez Gómez. Nació curiosamente de una suspensión de pagos. Diego García tuvo un almacén de “similares”, de lonas para alpargatas. Además de Diego García tenían similares Castaño, Torres Hermanos, Campello (frente de Puerta Morera) y muchos más.  Diego García tuvo problemas en su empresa  Plásticos Elche y la compró Joaquín Pérez Gómez. Formó un grupo de empresarios y nació COMERPLAST ubicada en el Camino de los Magros. El grupo lo formaron Joaquín Pérez Gómez, Carrazoni, Antonio Mora Cascales (“Antuan), Pastor Hermanos, los Ferrández de Palacio, yo y varios más.

El Grupo Vizcarra

En 1967 formamos otro grupo gracias a la gran demanda que teníamos. Sentíamos la necesidad de diversificar. Fuimos los primeros en salir al extranjero, a todas las ferias. Ibamos a Alemania, Polonia, Francia, Italia. A Estados Unidos íbamos a vender que era nuestro mejor mercado. Para producir artículos diferentes nació en el grupo Vizcarra. Me incorporé al grupo y yo fabricaba entonces mocasines que estaban muy de moda.  Me enrolaron en un proyecto que me gustó. Había dos comerciantes: Julián Sevilla, de Albacete y Paco Bilbao de Rentería. Como proveedor de piel estaba Patricio Ruiz que tenía curtidos y abastecimientos y como proveedor de sintéticos a Juanjo Bañón. Como representante a José Cascales y como fabricantes el grupo Quiles (Vicente, Viuda de Gaspar Quiles, Antonio, Gaspar y doña María con los tíos),  Jesús Murcia Lacal (con la marca J´ay) y José Ferrández Cruz.  Buscamos un sitio para localizar la empresa y creamos para ello la empresa Urbanizadora Vizcarra en 1970. Compramos a don José Ferrández los terrenos en la carretera de Dolores. Tenía encanto porque Vicente Quiles impuso que no hubiera ninguna nave que fuera más alta que las palmeras. Naves que pudieran producir mil unidades con un máximo de 50 trabajadores. Diseñamos naves con limitación de personal porque si se pasaba de 50 trabajadores ya estaba catalogada como gran empresa. Por eso creamos tantas y tantas empresas, una veintitantas participadas. Funcionó bien porque éramos socios pero también amigos y cada uno aportó sus propias empresas. Invertir y reinvertir.

Nosotros, mi hermano Mariano y yo, teníamos las marcas  Bottier creada en 1967 en la fábrica de Mariano Benlliure para competir con el calzado de Elda, la empresa para niños Colegial de 1969, la empresa Afines de Calzado también en 1969, para abastecer a todas las empresas  y la marca Siober creada en 1970. En nuestro caso, la empresa Ambrosio Bernabeu Maciá se transformó en  Siober (el final de Ambrosio y el principio de Bernabeu). Fue en el año 1970 cuando producíamos diariamente 10.000 pares de zapatos inyectados. Teníamos dos distribuciones, una para mayoristas y otra para minoristas. Exportábamos con Odón a Alemania. Estábamos entonces en Diego Fuentes Serrano desde el año 1963 con una fábrica de 2.500 metros cuadrados. El éxito de Mocasín fue lo que nos llevó a crear la empresa Bottier, para competir con Elda. Zapato con tacón alto. Mocasines de señora y caballero de piel, bottier de sintéticos y colegial también sintéticos. Para cerrar el círculo creamos Afines de Calzado  para abastecer a todas nuestras empresas. Fue un desarrollo espectacular y llegamos a producir 20.000 pares diarios. En una feria llegamos a poner un cartel en el que decíamos que no aceptábamos pedidos. Y exportábamos sobre todo mocasines a Estados Unidos. Teníamos tres clientes fundamentales: Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Francia e Italia eran nuestros competidores. Por eso llegamos a ser los chinos del mundo. Por eso nació la idea de crear un primer polígono industrial. Llegamos a negociar con Miguel Hernández pero  él tenía en su contrato con Caresa la clausula del full time y no llegamos a nada.

El Grupo Vizcarra nació con la idea de fabricar mocasines de piel. La idea vino de unos americanos. Un zapato muy cómodo.  Y lo formamos un grupo muy diversificado como socios. En la crisis de 1973 el grupo Vizcarra vivió su primer desajuste que coincidió con el cambio político y el principio de un movimiento sindical. Yo creo que Comisiones Obreras nació en el propio grupo Vizcarra con Pascual Pascual, un tal Lorente y alguno más. Con Pascual me une mucha amistad.  Poco a poco nos trasladamos a los nuevos locales de Vizcarra entre 1973 y 1975.

El nacimiento de J´Hayber

J´Hayber lo formamos el grupo Quiles, Murcia Lacal y Bernabeu el 3 de noviembre de 1972. Comenzó en Mariano Benlliure y en 1974 es cuando se trasladó al grupo Vizcarra. España estaba muy cerrada todavía y J´Haiber nació para la exportación. Jesús Murcia y yo fuimos a una feria en Italia y vimos un producto muy singular para el deporte con poliuretano. Lo único que había aquí fueron los Keds de Unirroyal, de autoclave. La primera máquina por inyección de poliuretano fue la nuestra. Compramos la máquina, el know how, es decir, la técnica para desarrollar el producto. Necesitamos a un químico para su funcionamiento.

A Alfonso Escámez el presidente del Banco Central y a su hermano Antonio le propusimos el negocio. Nosotros hicimos una inversión de seis millones y el banco puso otros seis.  Nos convertimos en un “cliente fidelizado”.  Nació para la exportación, caro, con piel y no se podía introducir en España. Tuvimos dos distribuidores, uno en Dinamarca para los países nórdicos y otro en Bélgica. Estuvimos siete u ocho años trabajando solo para la exportación. Unos 1.500 pares diarios aunque llegamos a producir 5.000. Con un solo modelo de piso y tres modelos de corte (Olimpo, que sigue todavía; Atenas y otro más que no recuerdo).  Posteriormente creamos una red nacional, hicimos una campaña de televisión  –una de las primeras- y fichamos a Antonio Díez Miguel, seleccionador español de baloncesto. Aquello fue un gran éxito, aunque nos dijeron que estábamos locos. Hicimos con él un contrato de cinco años –representación, marketing…-. Creo que fueron 65 millones de pesetas, una locura. El anuncio fue muy bueno porque en televisión decía el seleccionador: “Es tiempo de cambio y yo ya he cambiado”. El anuncio nos enfrentó con Adidas. La agencia de publicidad era de Valencia, Carlos Pajuelo y Roberto Guillén, ambos profesores del CEU de Valencia. Y así siguió J´Hayber hasta hoy. En estos momentos seguimos con el calzado deportivo.

La empresa JM Los Frutales

Como siempre he defendido la diversificación, estudié junto a mi cuñado Manuel Esclapez Pomares la posibilidad de trabajar en el sector de la alimentación. El conocía muy bien el mercado de las frutas y de las fincas. Y me indicó una finca de Villena, José Martí, cuyo propietario murió. Hicimos un estudio y llegamos a un acuerdo con los hijos y compramos la empresa, José Martí  S. A.  En 1972 la transformamos en JM Los Frutales.  Una finca de 600 hectáreas por la que pasaba el canal de Elche.  Comprar una empresa es mucho más fácil que comprar una finca porque lo que compras son las acciones. Sin impuestos de transmisión. Transformamos la finca y el domicilio fiscal que estaba en Valencia lo trajimos a Villena, en el registro mercantil de Alicante. En 1973 hubo una sequía y los pozos de Elche dejaron de funcionar y por nuestra finca pasan todos los canales (Aguas Municipalizadas, Canal de la Huerta, Canal de Novelda, Canal de Elche), el ferrocarril, el AVE…  Vicente Quiles me preguntó si el agua que teníamos era buena para beber.  Fue en agosto de 1973 cuando me lo propuso. Se sacó un pliego de condiciones para abastecimiento y se presentó también otra empresa de Villena.  Nosotros ofrecimos 1,75 pesetas por metro cúbico y desde entonces  hasta hoy que servimos el agua no al Ayuntamiento sino a Aigues d´Elx. Nosotros teníamos un contador de salida y en Elche otro de recepción, pero el camino es largo porque son unos 50 kilómetros. Llegó un momento en que la diferencia de los contadores era de un 30%. Hubo que cambiar la acometida y 50 kilómetros es un problema. En 1972 nosotros suministrábamos el 40 % aproximadamente de agua, con 120.000 habitantes. Hoy seguimos con la misma cantidad pero para una población que se ha doblado. Estaremos en el 15 o 20%. El abastecimiento principal viene del Taibilla, del trasvase Tajo-Segura, el segundo era por desalación que se ha desechado por su precio y en tercer lugar estamos nosotros.  Lo que más cuesta es la desalación. 

En el caso de la finca, la verdad es que estábamos poniendo dinero desde Elche del que se beneficiaba la finca. Y nos ha hecho ser una empresa líder en el sector agrícola. De frutales somos líderes en la provincia. Sobre todo manzanas de un montón de variedades, peras, ciruelas y cerezas principalmente. Ha ido creciendo y da ocupación a más de 200 personas y en época de recolección sobre las 300 personas. Al frente está mi hijo Manuel que es ingeniero agrónomo y la parte administrativa la lleva mi hijo Rafa, que también me ha sucedido en J’ Haiber. Todo ello compartido con mi hermano Mariano. Ha sido posible porque hemos estado de acuerdo en todo y el equipo ha funcionado muy bien.

El Grupo Donval

La fábrica de Sansano hizo una inversión muy fuerte para trasladar la empresa desde Alfonso XII hasta Sor Josefa Alcorta y aquí comenzó su tiempo de decadencia. No lo pudo asumir y alquiló una nave a García Ferrández que puso en marcha Plásticos Elche. Eran dos hermanos, uno que vivía en Murcia y otro en la calle Hospital. Plásticos Elche a los dos años hace suspensión de pagos y fue cuando entró Joaquín Pérez Gómez. Sería en el año 1966. Junto a Joaquín entraron también Vicente Cerdá de Comercial Lonera, Antonio Mora, Vicente Carrazoni… Un grupo de comerciantes que vieron la oportunidad de negocio y que me incorporaron a mí como industrial. Yo era entonces el principal consumidor de sintéticos de Elche y lo vi interesante. Ahí comenzó mi relación con Joaquín Pérez. De aquel sitio se pasó al Camino de los Magros y a Altabix. Hubo un problema con los vecinos por la fábrica y recuerdo que negociamos con Ramón Pastor y María Teresa Sempere y sacamos la fábrica de la ciudad y la llevamos donde está ahora. Ocurrió lo mismo con los hermanos Antonio y Francisco de Pastor Hermanos.

Se creó Comerplast en 1967 con Joaquín Pérez Gómez como presidente y Vicente Cerdá Amorós “Chavalet” y yo en el Comité Ejecutivo. Creamos la Inmobiliaria Altabix y SINASA (Sintéticos Altabix), ambos en 1977. Creamos también Comercial de Productos de Poliuretano, Comercial Industrial del Calzado y Soportes Textiles SA (SOTEXSA). A los fabricantes les suministramos las suelas, los textiles, los complementos y los soportes. Los textiles no lo llegamos a tocar por respeto tanto a Joaquín Pérez Gómez en su empresa como a Vicente Cerdá (Comercial Lonera). Los dos tenían definidos sus productos estrella, uno con el algodón y el otro con el flocado. Joaquín también llegó a montar una empresa en Alcoy junto al alcoyano Rafael Pascual, socio también de Plásticos Elche. Rafael Pascual nos ha acompañado siempre.

Por aquellos años, en 1971-1972 hice el Curso de Alta Dirección en FUNDESEM. Lo hicimos tres de Elche, Antonio López Moreno -el padre de Pura López-, Rafael Candela y yo. Y nos cambió a todos. Fue un curso muy novedoso. Fui a hablar con Enrique Barreneche y hablando con él le dije que si el curso era para empresarios no podían pedir también que fueran también licenciados. Vino gente muy importante. El curso era lunes por la tarde y martes por la mañana. De octubre a junio. El profesor que más nos influyó fue el padre Aranda JS, recién llegado de Harvard que nos transformó a todos.

En mi caso viví una muy buena época entre 1986 y 1993. Fue el momento en que comenzamos a tener relación con Oriente. Primero fue Corea (1990-1991), Taiwan (1994). El haber conocido previamente Europa nos enseñó que tanto en Alemania como en Francia e Italia se iniciaba el tiempo de las comerciales y no tanto de la fabricación. Llegué a la conclusión de que lo más importante no era la producción sino la venta. Vi que tenían razón los alemanes y los franceses. Por eso fuimos de Corea a Taiwan y a China a través de Cantón y de Hong Kong. A nosotros nos pasó que cuando fuimos los chinos de los Estados Unidos ellos nos trajeron las hormas, los modelos, el diseño, las materias primas y nosotros fabricábamos. Fue el mismo ciclo. Estuvimos a punto de hacer una join venture con una empresa china. Convencimos a los chinos de comprarles la producción y les pusimos una máquina de las cinco que teníamos. Mandamos un técnico un mes y vinieron dos chinos. Fue una buena operación aunque el contrato fue complicado. Pedimos el 20% a la firma del contrato, el 30% con la máquina dispuesta y el 50% restante al embarque.

Recuerdo también una experiencia que tuvimos en Puerto Rico en 1979. Se llamó Pantershoe Corporation. Aquella empresa la formamos Joaquín Pérez, Jesús Murcia, Salvador Soler, mi hermano y yo y un cubano residente en Puerto Rico. Estuve ocho años yendo todos los meses. Salía en un avión de Alicante-Madrid a las diez de la noche y a las doce salía a Puerto Rico. Conseguí dormir bien en el avión y llegaba a las siete de la mañana a trabajar, de lunes a jueves. Con mucha ilusión.

Pensando en el relevo generacional

En 1995 me hice un plan de jubilación porque participaba entonces en 27 empresas y con responsabilidad de ejecutivo en muchas de ellas. Entre ellas la inmobiliaria en la que participé con Manolo Peláez, ECISA. En 1996 comienza una nueva crisis estructural, se habla ya de la internacionalización de las empresas. Habíamos dejado de ser los chinos de Europa. Y se habló de reestructurar. Yo siempre he procurado no tener más de un 25% en una empresa. Entre mi hermano y yo, porque mi hermano siempre ha ido conmigo. Y no es fácil dejarlo a mis hijos, muy complicado. El grupo Donval hizo una reestructuración y se contrató a un auditor para hacer un diagnóstico de la empresa y una selección de personal. Yo tenía 66 años y Joaquín Pérez ocho más que yo. Así que le convencí para contratar a un auditor de Barcelona. Pusimos una condición: tiene que ser una persona joven, entre 35 y 40 años que tenga tiempo por delante, licenciado, que domine el tema de personal. Le dijimos que seleccionara a tres y que nos propusiera uno. Y tierra trágame. Nos dijo que había uno que no reunía la condición de la edad pero que estaba muy preparado. Y era mi hijo Rafa, que se había presentado y no me había dicho nada. Él estaba trabajando en la Ford en Madrid haciendo prácticas y el superó las pruebas y fue contratado. Pasó de administrativo y a los tres meses fue delegado de servicios oficiales y después pasó a delegado de zona de concesionarios. Pasó por Tarragona, Baleares y todo eso con 25 años. Hizo cursos en Bélgica e Inglaterra, siendo el delegado más joven de la red. Yo le comenté entonces que eligiera entre su carrera de ejecutivo o convertirse en empresario. Le apeteció volver a Elche y asumió el riesgo de ser empresario. Le dije además que había que hacer una reestructuración de directivos y encargados. Estuvo en Donval de 1997 a 2000 y realizó una estructuración valiente con aquellas vacas sagradas que no había quien las moviera. Puso orden en el grupo. Joaquín vio un apoyo extraordinario y le permitió ganar dinero y comprar y vender en negocios inmobiliarios. Mi hermano y yo le vendimos la participación. Seguimos con él como socios en la empresa inmobiliaria de Altabix y en Urbaplan –el edificio donde está Mercadona en Juan Carlos I-. Joaquín Pérez compró la fábrica del Palmeral que era de los Pérez y la de Francisco Vicente. Todo aquello se urbanizó y se presentó un plan que duró ocho años hasta que se construyó el edificio en 1994 aproximadamente. Apareció entonces una buena oferta de Jerónimo Antón y le vendimos. Por cierto que Jerónimo fue de los pioneros de la exportación a Estados Unidos porque fue de los primeros en hablar inglés y el exportador número uno. Hijo de Paco Antón y de Paquita García. Paco Antón fue el presidente del sector del calzado en el sindicato vertical.

Me hice un plan y lo primero que hice fue abandonar el tema de Villena por los cien kilómetros que me tocaba hacer cada día. De Villena se ocupó Rafa que dejó Donval. Yo confío mucho en Dios que es el mejor amigo que puedes tener. Pasé seis meses de reflexión. La salud, la familia, el trabajo y el servicio a la sociedad. Porque siempre hay que devolver a la sociedad parte de lo que te ha dado.

Los empresarios nos organizamos

En 1976 Vicente Quiles Poveda, Luis Poveda y yo fundamos la primera asociación empresarial, antes incluso de que naciera la CEOE. Hicimos un código de comportamiento. Mientras la industria del calzado de Elche necesita poca inversión y mucha mano de obra, el caso de Alcoy y de Crevillente es al contrario. En Elche no había tradición de asociacionismo.

La Asociación de Empresarios de Calzado nació en torno a 1975, a raíz de la separación del Sindicato Vertical entre empresarios y productores. Hasta entonces los contratos se hacían por gremios y no por empresas. La Asociación nombró una comisión y estableció tres parámetros: el consumo de energía, el número de empleados dados de alta y el volumen de ventas. Así se fijaba el coeficiente del pago de impuestos y se pagaba el llamado impuesto de riqueza transformada que cobraba la Diputación y luego la Administración Central. La Administración no tenía datos y le era muy difícil el reparto. Cuando entré en esa comisión de reparto estaban Ángel Pérez, Manuel Martínez Montó, Antonio Quiles, Luis Poveda, algunos más y yo, casi como el benjamín. Me cogieron para trabajar.

En esos momentos estábamos en la separación de lo social y lo económico del Sindicato. De ahorros solidarios por las multas llegamos a tener un millón de pesetas en el Banco Español de Crédito. Con ese dinero constituimos la Asociación y compramos un entresuelo en la plaza de Crevillente. Fuimos a la Caja de Ahorros del Sureste de España a pedir un préstamo y creo que pedimos dos millones y medio. Como las firmas eran solidarias y no mancomunadas, nadie quería firmar y fuimos tres los empresarios que creímos en el proyecto: Antonio Quiles, Luis Poveda y yo. Firmamos un crédito a tres años como eran en aquellos años. Y lo pusimos a nuestro nombre por lo que pudiera pasar, estando como estábamos en pleno cambio político. Lo expusimos en la Junta y  algunos nos reprocharon que tuviéramos el local a nuestro nombre y dijimos que no teníamos ningún problema y que lo que queríamos era que funcionara la Asociación. Ese fue el germen de la FICE. Fichamos al doctor Romero, un agregado de la Cámara de Comercio en Frankfurt, que nos lo habían presentado el amigo Odón. Lo trajimos y comenzamos. Nació la FICE en 1976 y recuerdo que tuve una reunión en Madrid con Enrique de la Mata que nos dijo que igual que los sindicatos se habían organizado, los empresarios teníamos que hacer lo mismo. Recuerdo a dos buenos amigos, Manolo Bonilla de Elda y Antonio López que junto conmigo fuimos los cabezas. Manolo con el grupo de Elda y nosotros en Elche. Se creó la FICE y luchamos para que el primer presidente de COEPA fuera Manolo Bonilla. En la FICE el presidente fue de Villena y Antonio López estuvo de presidente de la exportación dentro de FICE. Yo les dije a mis dos amigos que no quería presidir nada pero sí participé en muchas negociaciones. De la COEPA se pasó después a la CIERVAL, en el ámbito de la Comunidad Valenciana.

Recuerdo que en 1982 cuando entró Felipe González cambió todo. Con la UCD se produjeron cambios pero no drásticos. Donde no hubo ruptura fue en los derechos de los trabajadores. Se mantuvo y se mantienen. Pasamos de una relación paternal a otra democrática pero mucho más compleja. Nos manteníamos con cuotas y sin subvenciones. Elche ha sido bastante solidario y los empresarios hemos contribuido siempre y hemos creído en nuestros dirigentes. Éramos conscientes de la necesidad de la Asociación sobre todo en servicios como la exportación.

Quiero recordar a Roque Calpena porque fue un hombre importante en el desarrollo de FICIA. Se propuso que viniera a Elche pero como la persona fuerte era Roque por eso se instaló en Elda. Elche en aquellos momentos vivió el cambio de la evolución de la alpargata al calzado. Parecía que nosotros hacíamos zapatillas y ellos zapatos de señora. Se utilizó el argumento de que pagábamos menos impuestos que los demás.

En 1986 la FICE estaba endeudada. Compramos un entresuelo en Madrid, en Núñez de Balboa. Teníamos un piso con una hipoteca de 15 millones de pesetas y unos créditos con el Banco Exterior que nos servía como circulante para el pago de los impuestos de las exportaciones. Nos servía como colchón. A mí me comprometieron tanto en Elda como en Elche y que yo debía ser presidente para iniciar un cambio. Me incorporé como presidente de FICE y fue un reto. Me comprometieron en una comida en el Tiro de Pichón en mayo de 1985. Influyó mucho el entonces presidente del INESCOP. Se opuso una parte de la cúpula de la FICIA porque coincidió que el presidente de FICIA era el de FICE. Esta prácticamente financiaba a aquella. Entré con ideas muy claras, sin pedir una auditoría y exigiendo un presupuesto para ver el endeudamiento. El ejecutivo que había en FICE, Miguel Ángel Guzmán, se fue a FICIA, puesto que se lo llevó el presidente. Roque Calpena entonces era el consejero delegado y Vicente Valiente el presidente de FICIA. Se produjo una batalla y en el segundo consejo planteé que no era lógico que FICE estuviera financiada por FICIA y que había que separar ambos presupuestos y autonomía para ambas instituciones. Hicimos un programa a cuatro años vista –lo que duraba el mandato- para pagar deudas. Ni Calpena ni Valiente estuvieron de acuerdo. Elche controlaba entonces el 50% de la producción de la provincia de Alicante.

El nacimiento de Caja de Elche

Estamos hablando de Elche, Monóvar, Elda, Petrer, Villena y Aspe. Nosotros defendimos que las ferias las debíamos organizar nosotros. Era un planteamiento nuevo que FICE organizara todas las ferias. Me criticaron mucho. Además un grupo de empresarios ilicitanos estuvimos entonces en la compra del supermercado Mamut, como un centro de recepción, lo que ahora se llama un outlet, para la exportación, al estar muy cerca del aeropuerto. Éramos empresarios vinculados a la Caja de Elche y las negociaciones estaban muy avanzadas. Hay que recordar para ello a la Caja de Petrer en la que estaba José Maestre de presidente, los Vilaplana, García Navarro… Me dijeron de venirse a Elche y fundaron una cooperativa. Les dije que me parecía muy bien. La primera Caja se puso en la calle Capitán Cortés, hoy Vicente Blasco Ibáñez. El primer consejo local de la Caja de Petrel estuvo formado por Patricio Ruiz, Laureano Agulló, Javier Grau, no sé si alguien más y yo. Funcionó bien y la industria auxiliar y los empresarios la utilizamos mucho. Pero era demasiado pequeña y José Maestre pensó en la constitución de la Caja de Elche y me llamó. Así es como nació la Caja de Elche. Buscamos un técnico, hicimos los estatutos y fue aprobada por el Banco de España. Hubo problemas con quienes pertenecían a más de seis consejos de administración. Empezamos a buscar aportaciones para un capital social de 50 millones de pesetas. Unas cien personas con medio millón de pesetas de aportación individual. Aquella aportación se convirtió en participaciones. Fuimos cien los que creamos Caja de Elche como Cooperativa.

Volviendo a FICE, la primera feria la  organizamos en el hotel Meliá de Madrid. El principio del fin de FICIA. Nos vimos desbordados y nos dimos cuenta que el hotel no era el sitio adecuado para clientes y representantes. Hicimos dos ferias y nos fuimos a la Casa de Campo a IFEMA. Entonces teníamos como conseller de Industria a Antonio García Reche y fue cuando se planteó el proyecto de Mamut. Se planteó el cambio de ubicación de la feria desde Elda a Elche. Se fichó a Antonio Martínez Gómez el economista ilicitano que de Elda pasó a IFA. La Generalitat invirtió mucho y fue posible el traslado. Costó mucho y llegó un momento en que me convertí en persona non grata en Elda. Tuve muchas reuniones con el alcalde de Elda Roberto García Blanes pero estaba convencido que era lo mejor para el sector. Y llegó un momento en que lo importante no eran las ferias sino la unidad del sector. Madrid era importante porque es el sitio más cerca para todos y el mejor como feria internacional. Hicimos la primera feria de componentes, hasta hoy.

La Mesa de Elche

Fue Vicente Quiles quien hizo una convocatoria de sindicalistas, políticos y empresarios. Tuvo la valentía de convocarnos a todos para ver que pensábamos con el cambio que se estaba produciendo. Una mesa en forma de u. Antonio Rodes, Justo Linde, Pascual Pascual, Lorente, Titos Plaza, como “amarillos” Borreguero y Prieto. Como políticos estuvieron Inmaculada Sabater, Pilar Bravo, José Fernández. De empresarios estuvimos Miguel Sánchez y yo. Antonio Torres no recuerdo.  Los empresarios no éramos gratos entonces. Era como un delito lo de ser empresario. Vicente Quiles dejó hablar, con mucho respeto y sin ofensas. No fue desde luego un guirigay y recuerdo que fueron dos reuniones. No recuerdo que firmábamos nada. Fue más bien un cambio de impresiones. En mi caso fui por deferencia con Vicente Quiles porque con el trabajo de organización empresarial yo tenía más que suficiente.

En política me han tentado en alguna ocasión. Me llamó en una ocasión Eduardo Zaplana a través de otra persona ¡a las once de la noche! Contesté que como empresario no debía estar en la política. Otra persona que me tentó fue Vicente Navarro de Luján, el directivo del CEU de Valencia que pensó en mí como alcaldable de Elche y también me llamaron del PSOE. Recuerdo que con Vicente Navarro hicimos una comida en el Granadino en la que estuvieron Pedro Alemañ, Antonio López Moreno, Carlos Ros y yo. Le propusimos el nombre de Manuel Serrano Richarte. Ganó pero Manolo Ortuño le hizo la competencia y se quedó sin ser alcalde. Creo que fui capaz de vencer la vanidad. Para mí, lo primero fue siempre la familia y el trabajo y nada más. Así que he ido salvando la política aunque fuera una satisfacción que pensaran en mí. También me tentaron para ser directivo del Elche CF, pero lo evité.

Los Rotarios en Elche

En 1990 nació el club Rotario de Elche. En septiembre de 1990. Vino de Alicante Alejandro Castro, director de La Caixa en Alicante. A mí vinieron a contarme el proyecto Pedro Alemañ y Antonio López Moreno. Yo pregunté si aquello era una logia o qué era. Hicimos una tertulia los lunes y el club Rotario nos daría el paraguas para reunirnos. Y me apunté. Los principales instigadores fueron Alejandro Castro –el primer presidente-, Fernando Soler –el segundo-, Antonio López –el tercero-, Pedro Alemán –el cuarto- y yo, el quinto. Jaime Brotons el médico no llegó a ser presidente pero hizo una gran labor como rotario. La presidencia de un año obliga a hacerlo bien. En estos momentos somos 37 socios y el grupo joven otros 30. Muchos de nosotros involucramos a nuestros hijos por el espíritu de servir. Ayudar y no criticar. Creamos una sociedad de iniciativas empresariales en colaboración con la Universidad Miguel Hernández. Se llama Nutracitus y sigue en funcionamiento.

Cronología

1923 Inicio de la empresa de Rafael Bernabéu Fernández

1930 Nacimiento de Rafael Bernabéu Moya

1935 Fallecimiento de Rafael Bernabéu Fernández. Continúa con la fábrica su viuda y  Ambrosio Bernabéu Maciá

1941 Nacimiento de Mariano Bernabéu Moya

1954 Inicios empresariales de Rafael Bernabéu Moya

1953 Boda de Rafael Bernabéu Moya con Paquita Esclapez Pomares. Ampliación del negocio

1963 Liderazgo en fábrica de inyección con 10.000 pares diarios

1966 Creación del Grupo Vizcarra

1967 Creación del Grupo Donval

1971 Jubilación de Ambrosio Bernabéu Maciá. Inicio de Siober

1972 Curso de Alta Dirección. Nacimiento de J´hayber. Compra de J.M Los Frutales S.A.

1986 Rafael Bernabéu Moya es nombrado presidente de FICE

1993 Mariano Bernabéu Esclapez se hace cargo como ingeniero agrónomo de J.M. Los Frutales

1994 Rafael Bernabéu Esclapez asume la Dirección General de Donval

1998 Constitución del holding familiar COBERNES

2002 Constitución de holding familiar MABERMO

 

Rafael Bernabéu Moya, de empleado a empleador Detrás de una gran empresa se hallan personas con inquietudes, afán de crecimiento, personas que desarrollan capacidad de gestión tanto de negocio como de trato personal. Además, saben rodearse de buenos empleados y cuidarlos. Cuando iniciamos la investigación y documentación sobre la fábrica de La Borrera, apareció el nombre de Rafael Bernabéu Moya, empresario, prohombre de la ciudad de Elche y persona muy generosa. ElcheXploreR consiguió llegar a Rafael a través de su hijo Ambrosio Bernabéu, al que agradecemos habernos recibido y puesto en contacto con su padre. Finalmente pudimos acceder a una agradable charla con D. Rafael en la que también estuvo presente su hijo: Rafael, hijo y nieto de empresarios, desde pequeño, tuvo ejemplos a seguir para aprender y conquistar la difícil habilidad de dirigir una gran empresa. Nos dividió su vida en tres etapas: la primera la infantil hasta los 12 años, la segunda de empleado de los 12 a los 23, y la tercera de empleador o empresario, es decir, de los 23 hasta ahora. Nació el 10 de noviembre de 1930 en el Raval entre la monarquía de Alfonso XIII y la República1 , donde en dicho barrio creció y se formó en un colegio unitario. Se crió entre sus padres y abuelos maternos. Años más tarde llegó la guerra y su padre, Ambrosio Bernabéu Maciá, al haber hecho la mili, llegando a cabo primero, tener ciertos conocimientos (leer, escribir,etc.) y siendo una persona estimada, se incorporó en Madrid como mando del batallón de Elche. Primero de alférez, luego de teniente y después capitán. El batallón de Elche fue destinado a la defensa de la capital. Ambrosio, viendo que su estancia se prolongaba, decidió que su madre y su hijo Rafael se trasladaran a Madrid donde vivieron dos años. Rafael continuó la enseñanza en Madrid en un colegio de grado, con aulas para cada curso. Su padre Ambrosio sufrió una herida de bala en un brazo, en posición de tirar, que le entró por el codo y le salió por el antebrazo. Una herida grave que necesitó de tres o cuatro meses para recuperarse. Esto le sirvió para decidir volver, "a casa que plou"2, por lo que regresaron a Elche. Siempre hay algo que te ayuda, un mal que a veces te hace mejorar, nos dice según sus vivencias. Cuando terminó la guerra estaba ya en Elche, los sublevados3 dieron un comunicado: los que eran de graduación tenían que presentarse en Alicante y los milicianos, en Elche. Su padre decidió presentarse de los primeros en Elche, ya que gracias a un amigo del hermano de su madre, que estaba dentro del nuevo régimen, le dijo: "Ambrosio no t´en vages a Alacant que si vas a Alacant ja no tornes". Finalmente lo detuvieron en Elche y lo llevaron preso al palacio de Altamira. Continuando con su relato empresarial, nos cuenta que su abuelo, Rafael Bernabéu Ferrández inició la saga del “empleado a empleador”. En aquel tiempo, entrando en crisis la alpargata, se estaba ya dando el paso hacia la fabricación del calzado. En la empresa donde trabajaba de encargado, el empresario decidió cerrar y montar un almacén, el cual le dijo: "Rafael, fes-te carrec de la empresa i jo te compre tota la producció". Y así fue como comenzó en la C/ Olivereta. Admira a su abuelo por la forma que solventaba la logística en aquel tiempo, ya que era mucho más difícil. Considera que Elche es un pueblo muy laborioso, ingenioso, de mucha actividad, con inventiva. El abuelo llevaba la fábrica, compraba los fardos de cuerda, los pesaba, se hacían los kilos y metros. Finalmente se los daba a un grupo de personas "de aquí me teniu que fer tantes soles". Por otra parte, compraba los rollos de lona, los medía, hacían los pelotari que eran las palas y talones. Un grupo de hombres y otro de mujeres, "les colles", que decían entonces, se encargaban de hacer las suelas (los hombres) y las mujeres traían los cortes. Otro grupo de mujeres hacía el ensamblaje (coser los cortes a la suela) y de ahí, la envasaban. A los dos años se les quedó pequeño y pasaron a la C/ Teniente Ruiz, y de allí a C/ Salazar Alonso, donde ya se incorporó su padre Ambrosio. Rafael nos comenta que ha tenido la suerte de estar en tres sectores importantes: el comercio en la ferretería de Gaspar Parreño en la C/ El Salvador, donde comenzó a trabajar con 12 años. El segundo, al que según piensa le damos menos importancia, el campo. Con 14 años entró en la oficina de La Cooperativa San Isidro, conociendo todo lo que es el mundo agrícola porque esta cooperativa, que vendía a su vez las aguas de Riegos de Levante del canal tercero, tenía un puesto en la Lonja. Hacía el ciclo completo; desde la venta del agua, las semillas, los abonos, hasta los productos elaborados que se vendían en la lonja de Altabix. Acudía a las 7 de la mañana y a las 9 iba a la C/ Puente Ortices donde se ubicaba la Cooperativa San Isidro y también la Hermandad de Labradores. Esta era una gran casona, donde allí se hacía la venta del agua de riego. Las tardes las dedicaba a visitar en bicicleta a los cooperativistas de todo el camp d’Elx. Y el tercer sector en el que desarrolló su principal actividad, la industria. Su formación se inició en la academia Castaño para sacar el título de auxiliar administrativo. Entró en 1946 en la fábrica de La Borrera con 16 años. A los 17 años inició los estudios nocturnos de peritaje mercantil dependiente de la Escuela de Comercio de Alicante. Estos estudios le permitieron liberarse, conocer nuevas ideas, aprender historia, derecho, estadística, economía, etcétera. Lo que hoy sería una FP de grado superior. Entonces, el peritaje no era una enseñanza universitaria. Fue muy interesante porque de alguna manera se tocaban todas las materias. Ahí empezó a espabilarse, a ver el entorno, a abrir la mente e ir haciendo proyectos. En esa época conoció y trató a toda la industria de Elche. Hablando de la Borrera, nombre que pudiera parecer algo deprimente, mirándolo desde la actualidad es una industria de reciclaje. Como en aquella época era el Trust (unión de empresas, de voluntades, de personas que confluían en un mismo proyecto), llamado FACASA (Fabricantes de Suelas de Caucho Aglomerado Sociedad Anónima). La empresa del gallo, como era conocida también, compraba las gomas, los cauchos (caucho había muy poco) y se reciclaban y regeneraban el producto. Era en el año 1945, terminando la Segunda Guerra Mundial y España estaba aislada, por lo que aquello fue una vía para la industria. Elche empezó a salir adelante con sus propios medios porque hacía sus propios recursos, reciclando y haciéndolos nuevos. Continuando con el relato de su etapa en Hijos de Mariano Sánchez-Rojas S.L, La Borrera, nos cuenta que allí se compraba a las fábricas de alpargatas, que eran a la vez clientes, ya que les vendían las borras para acolchar las alpargatas y las zapatillas. Al mismo tiempo, eran proveedores porque les compraban todos los recortes de lona, paños, y todo lo que era textil. Además, después de terminar la Segunda Guerra Mundial, se compraban barcos enteros cargados de ropa, tiendas de campaña, material bélico, textil …etc. Una parte de las trabajadoras se dedicaban a quitar los botones y las piezas metálicas, donde en aquel tiempo se aprovechaba todo. Se hacían subastas de ropa a las que se presentaban; eran empresarios importantes con ganas de trabajar y hacer. En la Borrera había tres secciones. Una era la de regenerar todos los recortes y convertirlos en borra con las máquinas llamadas diablos (provistos de pinchos) que desgarraban las lonas para hacer fibras. En otra sección, a través de las máquinas mecheras, se hacía una especie de lámina. Esta lámina entraba por unos carriles donde la hacía dar vueltas hasta hacer hilos. Salían tres clases de hilos, donde los más gruesos se destinaban a hacer alfombras. Sobre todo le servían a tres zonas, a Crevillent para las alfombras, y a Ontinyent y Bocairent para las mantas de borra o tejidos gruesos. Para las suelas de las alpargatas, primeramente se utilizaba el esparto, después fue el cáñamo, y finalmente el yute. Este evolucionó al "encapat" cuyo interior llevaba esparto y por exterior cáñamo (o yute), que era más resistente al desgaste. El acolchado de las plantillas era de borra, y encima de la plantilla el "drapón" (tejido rústico perchado). Con el tiempo, aproximadamente en el año 1950, compraron unos telares para hacer tejidos y telas con tipos de hilo como el de urdimbre -fino- y el -grueso- o de trama. Salieron de allí lonas regeneradas para hacer alpargatas, entre otras cosas. Con 23 años, y terminados los estudios, Rafael llevaba en la Borrera el tema del personal, de costes, de producción y kilos de todas las materias entre otras cosas. Además los sábados por la mañana iba con la bicicleta a cobrar por las fábricas, y de paso, ejercía de comercial preguntando a como le vendían "els retalls". Avisaba diciendo a las fábricas que no le mezclarán los retales de algodón con los de lana, incentivando la separación de producto que era pagado más caro. Todo esto le hizo tener una gran relación con los Sánchez-Rojas. Su proyecto era terminar los estudios, ser intendente mercantil y dar asesoramiento. En 1951 hubo un brote de Tuberculosis en Elche, pero "afortunadamente" sufrió gravemente la enfermedad estando al borde de la muerte. Estuvo seis meses de baja, en la Borrera se portaron muy bien, le respetaron todo mientras estaba enfermo. Incluso iban a verle, estando muy muy agradecido, sobre todo a D. Manuel, contando una y otra vez que mantiene muy buenos recuerdos de la Borrera. Los hermanos D. Francisco y D. Manuel Sánchez-Rojas Ramírez, los propietarios, tuvieron la visión de transformación de la empresa, de la reutilización de lo que se tira. Una parte del negocio era la compra, distribución y venta de semillas, frutos secos y coloniales, donde incluso hacían pan de higo. La postguerra fue de mucha hambre y escasez y él mismo tuvo que comer dátiles y algarrobas. Nos cuenta una de las anécdotas que vivió cuando entró allí, donde veía que su jefe, D. Manuel, les decía a las empleadas: "xiquetes canteu que no vos sent. Le preguntó a Lorenzo ,el encargado, cuál era el interés en que cantaran y este le contestó: "mentres canten no mengen ni atmeles ni figues". Prosigue relatando que Elche es lo que es gracias a que es una ciudad laboriosa, dinámica y acogedora, hecha por todos con la gran aportación de las personas que han venido de fuera. Es una ciudad que merece la atención, porque pocas ciudades han evolucionado en población y crecimiento. Pasó del tercer lugar de la provincia a estar casi a la par que Alicante siendo en la actualidad la tercera de la Comunidad. Elche es un pueblo muy dinámico que ha sabido sacar proyectos importantes adelante cuando se tiene ilusión y ganas de hacer. No ha caído nada del cielo, todo ha sido fruto del esfuerzo, el trabajo y la ilusión. Debemos valorar, mantener para apreciar, respetar y mejorar lo que tenemos. Piensa que la mitad del empresariado de Elche son personas que han evolucionado aquí viniendo de fuera. Recuerda a dos grandes amigos como son Juan Perán y los hermanos Soledad. Finalmente, su etapa empresarial comenzó en 1954 manteniéndose en la actualidad como presidente de honor en una de sus marcas más populares: J’Hayber. Aunque en un principio, fue socio fundador de empresas como Grupo Siober, Grupo Vizcarra, Donval, Frutales y Cicasa entre otras. Empleador, como bien dice, de hasta 2.000 puestos de trabajo en sus 51 empresas que ha creado a lo largo de su dura pero productiva vida. Supo tener perspectiva empresarial y emprendedora en una época que rompió la visión del calzado. La producción a través del vulcanizado, y posteriormente de la inyección, consiguió situarse en el mercado nacional e internacional con el calzado y las zapatillas deportivas. Durante su periodo empresarial, ha sido, y es, consejero y presidente de multitud de instituciones sociales y empresariales, como lo fue en su día de la Mutua Ilicitana o FICE (Federación de Industrias del Calzado de España). Además, ha conseguido distinciones y premios como el Premio Especial del Jurado Economía 3 en 2018. Sin duda alguna, y pese que en esta biografía nos hemos centrado en su periodo de empleado, nos ha abierto para conocer (y en su caso para recordar) aquellos tiempos donde todo era muy distinto a los últimos 50 años vividos en la actualidad. Destacamos algunas de las reflexiones que nos ha hecho muy interesantes. "Yo tengo que decir que la familia Sánchez-Rojas, dentro de lo que he conocido del empresariado, o de la burguesía que había, de los ricos, los patronos, o los pandorgos4. Crearon puestos de riqueza y bienestar, los Rojas lo hicieron muy bien" "Es muy difícil que las iniciativas y las gerencias del creador que la funda se puedan transmitir al que tiene que tomar el relevo porque encuentra la cosa hecha y no sabe valorar lo que hay detrás. Viene mejor preparado, pero choca a veces con la tradición y la imagen que hay dentro de la empresa. Adaptarlo y cambiarlo todo por el nuevo dirigente, es muy complicado"

https://patrimonioelche.es/rafael-bernabeu-moya-de-empleado-a-empleador/

 

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