El 12 de febrero de 1946, en las páginas de Información, Antonio Sánchez Pomares se atrevió con la psicología del labrador ilicitano, en un reportaje titulado, como no podía ser menos, “La gracia epigramática del alma ilicitana”:
“El campesino, patriarcal en sus costumbres, generalmente sobrio, en las veladas a la luz del candil primitivo, es socarrón en el comentario a la noticia que corrió de boca en boca entre cuchufletas jocundas y regocijadas. Y tiene autoridad para intervenir en todos los conflictos de vecindad. Y, si peina canas, mejor".
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