Ors Montenegro, Miguel: Crónica de 1939

1939

Radio Elche anunció el miércoles 29 de marzo de 1939 la “liberación” de la ciudad. La guerra había terminado y, como habían hecho los vencidos, también los vencedores utilizaron Radio Elche desde el primer día. Todos los documentos conservados en el archivo de Radio Elche a partir del 1 de abril de 1939, procedentes del partido único contienen la misma orden: “rádiese”. Cambiaron los himnos y La Internacional o el himno de Riego, que hasta entonces habían escuchado diariamente los ilicitanos, fueron sustituidos por el Cara al Sol, el himno nacional y los permanentes “¡Arriba España! y “¡Franco, Franco, Franco!”. Cualquier comunicación del Ayuntamiento o de F.E.T. J.O.N.S. se daba a conocer a través de la emisora. El domingo 2 de abril los ilicitanos levantaban el brazo recibiendo a las tropas italianas de la División Vittorio y, cuatro días después, Santiago Canales Mira-Perceval se convertía en el primer alcalde de la posguerra.

El primer acto político relevante que ofreció Radio Elche fue la intervención del líder fascista Ernesto Giménez Caballero, el lunes 17 de abril de 1939. El 25 del mismo mes se anunció que los particulares que tuvieran en sus casas un “aparato radio-receptor” debían pagar trece pesetas con veinte céntimos para renovar la licencia y los establecimientos públicos debían concretar las condiciones en las oficinas de Telégrafos. Se dio validez a las monedas de plata y se concedió un margen para el canje de billetes. Comenzaron también las donaciones a Auxilio Social, un sinfín de procesiones como la del traslado del Cristo de Zalamea desde Santa María al Hospital el 12 de mayo o diversas ceremonias fúnebres con motivo de la llegada de los féretros de los represaliados de la guerra. La radio recogía también el orden de participación en la procesión del Corpus Cristi el 8 de junio. Algunas notas radiadas daban también una idea de las enormes dificultades con las que comenzaba la posguerra en la ciudad: más de 5.000 obreros en paro, cientos de niños y niñas sin escuelas, sarna, hambre y algún permiso municipal para el establecimiento de casas de lenocinio. Pasadas las fiestas sin representaciones del Misteri y con ocho palmeras mondas y lirondas, se representó una comedia titulada Mecachis, que guapo soy, certera metáfora de los nuevos tiempos. Y otra mala noticia para la ciudad fue la orden del Ministerio de Educación recibida en el Ayuntamiento el 23 de agosto por la que el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza inaugurado en el año 1932 era “suprimido transitoriamente” (y tan transitoriamente: habría que esperar hasta octubre de 1957 para que la ciudad tuviera un Centro de Enseñanza Media y Profesional y a octubre de 1963 para que se inaugurase el Instituto Nacional de Enseñanza Media La Asunción de Nuestra Señora). En noviembre el Ayuntamiento subvencionó con 20.000 pesetas anuales, además de edificio y mobiliario al nuevo colegio privado Nuestra Señora de la Asunción para bachilleres. El Ayuntamiento pagaba también 2.500 pesetas por un cuadro de la Virgen de la Asunción y otras 2.000 por un cuadro de Franco, ambos para el salón de sesiones. Se tramitaron numerosos expedientes concediendo permiso para la tala de palmeras y el Ayuntamiento se centró en dos obras: el Matadero con un coste de algo más de medio millón de pesetas y un mercado de verduras en la plaza de Abastos. En el último pleno del año, el Ayuntamiento convocaba plazas para guardias municipales: no menos de 1,60 de altura, afectos al Movimiento, entre 25 y 35 años, que no fueran ni cojos, ni mancos del brazo derecho, ni tuertos del ojo derecho. Como referencia para ver el nivel de vida de la primera posguerra, sirva el anuncio que el Ayuntamiento convocó para la provisión de tres plazas de jefes de oficina, auxiliar masculino y auxiliar femenino, con sueldos anuales de 6.000, 4.000 y 3.500 pesetas: sobrevivir con 500 ó 300 pesetas al mes.

Además de los mensajes radiados por orden de la Secretaria Local de Propaganda de FETJONS, Radio Elche ofrecía todos los domingos un programa con guión preparado por la jefatura local del Servicio Nacional de Propaganda en la que se leían párrafos de folletos oficiales que, en alguna ocasión, trataron temas como “los crímenes políticos de los judíos”. José Garrigós Espino mantuvo la propiedad de su empresa y, como le había sucedido durante la guerra, siguió siendo su “camarada-director”. Había que empezar otra vez desde el principio y con el riesgo permanente, tal y como en la Guerra Civil había sucedido, que los nuevos responsables políticos se quedaran con la propiedad de la emisora. Lo que en este caso salvó a su propietario fue que el proyecto de creación de una red de emisoras de Radio Falange por toda España, que en Alicante capital sí llegó a crearse, no fructificara, entre otras razones por el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y la imposibilidad para los falangistas de crear un Estado totalitario ni, mucho menos, unos medios de comunicación controlados exclusivamente por FETJONS.

Uno de los escasos documentos conservados en el Archivo General de la Administración (A. G. A) de Alcalá de Henares respecto a Radio Elche en la década de los cuarenta, nos informa de la programación que se mantendría en los años siguientes sin grandes novedades. En un informe de enero de 1940 se explicaba que ofrecía cuatro emisiones diarias: 8.30 (noticiario de RNE: unos cincuenta minutos diarios para lo que Radio Elche conectaba con Radio Alicante); 13,15 a 15; 19.30 (noticiario de RNE) y 21.50 a 22.30 horas. Al margen de comunicados oficiales y de los partes de RNE, las dos horas y media restantes se dedicaban a radiar discos solicitados por los oyentes. Diariamente, Radio Elche ofrecía por la noche un programa propio de cinco minutos de duración con temáticas diferentes (deportes los lunes, Acción Católica los martes, curiosidades los miércoles, charlas para la mujer los jueves y el cuidado de los niños los viernes). Los sábados y domingos se reservaban, respectivamente para el SEU con una crónica cinematográfica con una duración de 30 minutos y una emisión de la Jefatura local del Servicio Nacional de Propaganda de 45 minutos de duración. El informe menciona también que la publicidad no sobrepasaba el límite legal de cinco minutos por hora de programación, con una recaudación mensual entre 800 y 1.000 pesetas mensuales. Un formato que se mantendría sin grandes modificaciones durante la década de los cuarenta.