El 16 de marzo de 1785, el cabildo ilicitano compró el manantial de Barrenas (Aspe). Las nefastas consecuencias que para la población de Elche se derivaban de la persistente carencia de agua potable a lo largo de la historia, se agravaron en el siglo XVIII con el crecimiento demográfico y los recurrentes episodios de sequía. Ante esta situación, el cabildo ilicitano se planteó seriamente la posibilidad de conducir aguas dulces desde alguna de las fuentes ubicadas en Aspe, para lo que se elaboraron hasta tres proyectos diferentes entre 1.700 y 1.800. Con la persistencia de la sequía, para abastecer de agua potable a la ciudad de Elche, el obispo Tormo tomó la iniciativa y visitó en 1777 los manantiales de Boriza y Uchel, pero el proyecto no tuvo éxito. En la primavera de 1782 se informó al obispo Tormo de la existencia de unos manantiales sobre el margen izquierdo del río Tarafa, muy cerca de Aspe, cuyas aguas eran susceptibles de ser conducidas hasta Elche, tanto por su abundancia y calidad como por la ubicación favorable del nacimiento. A propuesta del obispo Tormo los capitulares ilicitanos designaron a Miguel Francia y José Gonzálvez, encomendándoles el diseño y plan director de obras; en el proyecto que presentaron al consistorio ilicitano el 22 de octubre de 1783, el coste estimado ascendía a 908.710 reales de vellón. Los munícipes ilicitanos instaron el proyecto al Real Consejo de Castilla, que emitió su veredicto favorable el 5 de febrero de 1.784. El cabildo ilicitano compró el 16 de marzo de 1785 el manantial de Barrenas a Cayetano Castelló de Cremades, dueño de las tres ochavas de tierra con dos minas que ocupaba el nacimiento, situado en el paraje del Aljau, al arrimo del río Tarafa, por la cantidad de 22 libras y 10 sueldos. El Consistorio también adquirió, a los diferentes propietarios, los terrenos por donde debía transitar la conducción. Las obras se iniciaron el 28 de marzo de 1.785. El arquitecto Miguel Francia quedó relegado del proyecto por causas desconocidas y José Gonzálvez asumió casi desde el principio la dirección de las obras, que concluyeron el 29 de septiembre de 1.789 con el arribo del agua a una fuente provisional que se dispuso en la plaza de la Merced en Elche. La conducción surtía a la población de 14.500 cargas diarias de agua dulce, estimando que realmente se necesitaba unas 6.000 cargas de agua diaria para los 20.000 ilicitanos que en estas fechas moraban en Elche.
Fecha Publicación:
Jueves, 23 Abril, 2020
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